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Sal
de tu prision sin rejas

Imagina que estás a punto de nacer y ves la Tierra desde fuera, un ridículo punto escondido en la inmensidad del Universo, ese punto será tu casa, todos a quienes amarás
se encuentran en ese punto, también, los que odiarás. Todo lo que has decidido ser, tu obra de teatro personal, se escenificará en esa insignificante mota de polvo estelar. Tu género, tu raza, tu nombre, tu apellido, tu profesión, tu estatus social será
la gran mentira temporal que se representará en ese pequeño punto azul. También tus amores y tus miedos, tus éxitos y fracasos, tus pasiones y aversiones, tu continencia y tu lujuria se teatralizarán en esa brizna flotante de una esquina del Universo.
Todos a quienes amarás y odiarás ya están allí, esperándote. También, a quienes harás daño y los que te harán daño. Todo está ya organizado, tu momento de gloria, además de fracaso. Estás a punto de nacer y sabes que no es azar las experiencias que vas
a tener, sabes que tu vibración establece tus experiencias, sabes que tus resentimientos y odios establecen la vibración de la energía de tu vida. Estás ya a punto de nacer, en un hospital de Wuhan, Bérgamo, Madrid, Minneapolis o Lima, da igual. Estás
a punto de nacer y miras a tu alrededor. Ves a gente asustada usando mascarillas, ves pánico en el rostro de los enfermos, y en la de los médicos y enfermeras, mucho cansancio. Ves a gente infectada conectada a respiradores artificiales aunque otros se
están muriendo esperando uno. Estás a punto de nacer, pero puedes decidir no hacerlo. Es tu libre albedrio. Levantas tu mirada cuántica y ves infernales incendios en el Amazonas y Australia, ves inundaciones, sequias, terremotos, huracanes y olas de calor
y de frio. Ves erosión, extinción de especies de animales y vegetales. Ves un agujero en la atmosfera terrestre que los humanos llaman capa de ozono, ves el derretimiento de los polos y hambruna de proporciones bíblicas. Aún puedes decidir no nacer, no
hay juicio de done vienes, sabes que no hay un Dios masculino y vengativo que te juzgue. Lo sabes y sigues viendo. Ves millones de seres humanos huyendo de guerras estúpidas, ves que niños se ahogan en el mediterráneo tratando de llegar a una tierra que
ellos creen es la prometida. Ves que algunos llegan a una zona donde hay enormes vallas con cuchillas que cortan tanto como la indiferencia, y que ellos, llaman concertinas. En ese momento entiendes lo de las mascaras, no es por el miedo al virus que
el humano lo usa, es por el hedor a su propio corazón agusanado, alambrado y minado de resentimientos y rechazos. Puedes no nacer. Nadie te juzgará si no naces, ya has vivido tantas veces que ya nadie te engañará con la idea del dios masculino, capullo
y cabrón que te castigará si no agachas la cabeza y das tu diezmo. Puedes no nacer, puedes no hacerlo, pero decides nacer. Decides volver. No tengo miedo, dices, y ha llegado la hora de salir de mi prisión mental sin rejas. Ha llegado el momento de despertar.
Entonces naces otra vez. En Wuhan, Bérgamo, Madrid, Minneapolis o Lima, da igual. Naces sabiendo intuitivamente que yo soy tú, y que tú eres yo, que ambos somos parte de una unidad, que somos diferentes expresiones de la misma consciencia teniendo diferentes
experiencias, que tú tienes diferente perspectiva que la mía pero que somos parte de la misma Mente Divina, nada más, simplemente eso. Entiendes que para enemistarnos y gobernarnos nos han dividido en religiones, razas y naciones; cuando entiendes eso
es cuando tu mundo cambia, porque tú despiertas y cambias. Estás viendo este video—aunque tu cerebro te esté gritando que no es cierto— porque hay una parte de ti que sabe, a nivel intuitivo, que todo lo que digo es verdad y tiene curiosidad al respecto.
Una parte de ti sabe que eres más que cuerpo físico. Hay una parte de ti que te dice que ya es suficiente. Una parte de ti ya ha caído de rodillas, rendido y gimiendo que tiene que haber otro camino, que la vida no puede ser esto. Yaces roto entre los
barrotes de tu prisión mental sin rejas cansado de estar todo el tiempo enfermo, en los últimos días de tu divorcio, harto de ser pobre o que tu familia te enloquezca con sus intromisiones. Es en este momento, cuando todo lo que da sentido a tu vida se
derrumba y estás dispuesto a aprender, que empieza el verdadero viaje llamado vida y comienza el juego. Empiezas a filtrar la vida con ojos nuevos porque, por primera vez, vislumbras los barrotes de tu prisión. Aquí es donde empieza tu despertar. Entonces
lo entiendes. Entiendes que para que tu familia se entrometa, tiene que haber un aspecto, dentro de tu mente, que se entromete todo el tiempo. Entiendes que para solucionar tu pobreza, debes encontrar al mendigo que ya habita dentro de ti. Entiendes que
tu divorcio no es otra persona abandonándote, tú ya hace mucho tiempo que te has abandonado. Entiendes que tus enfermedades son los rencores o resentimientos que infestan tu mente y que no quieres reconocer. Entiendes que sólo superarás tu asco por los
gais cuando dejes de ocultar al gay dentro de ti. Cuánticamente estabas esperando este video hace ya algún tiempo. Tú escogiste este video porque las enseñanzas que compartimos aquí son las más apropiadas para tu nivel de entendimiento. No hay error en
esto. No llegaste aquí por casualidad. Este canal ha sido creado para liberarte de tu prisión mental sin rejas, sea cual sea la prisión en la que vives. Debes saber que tu prisión es muy real porque tu carcelero es una parte de ti mismo llamado ego. Y
no hay peor carcelero que tu propio ego. Debes perder el miedo a salir de tu prisión mental, pero cada vez que des un paso para libertarte tu cerebro te dirá que no es posible, que no es el camino lógico, saboteará cada paso que des para conseguir tu
libertad. El cerebro es la inteligencia y el miedo aprendidos. Para libertarte hará falta que conectes con la sabiduría innata que radica en tu corazón. El corazón te da libertad sin miedo. El cerebro inteligencia encerrada entre barrotes. La cabeza te
dirá que no, que tengas cuidado, que hagas caso al gobierno, a las organizaciones de salud, pero tu corazón te hará sentir que te la están metiendo doblada, que te están dando atole con el dedo o viendo la cara de huevón. Lo más peligroso para el sistema
es que abras tu corazón y utilices tu sabiduría innata porque mientras más en conflicto tengamos entre nosotros, más temerosos el uno del otro, gritándonos y peleándonos; más encerrados estaremos en nuestra prisión sin rejas. El sistema necesita que tengas
miedo, que uses la violencia, incluso para liberarte, y que vivas en tu prisión mental de los cinco sentidos convencido que tu raza, tu sexo, tu cultura, tu religión es la mejor y debes defenderla. Cuando usas tu corazón y tu sabiduría innata pierdes
el miedo y entiendes que tu raza, sexo, cultura o religión son solo experiencias y en ese momento todo se expande porque el corazón se expande. Y cuando expandes tu consciencia, cuando sales de tu prisión mental sin rejas, el mundo ya no será el mismo
nunca más.