Se cuenta de manera no oficial que cuando el maestro judío (hoy conocido como Jesús de Nazaret) quiso transmitir sus verdaderas enseñanzas a sus seguidores, la mayoría de ellos no estaban preparados para entenderle. Había un pequeño grupo de seguidores, pero muy pequeño (entre ellos María Magdalena y Juan Zebedeo) que sí podía entender estos conocimientos. “A vosotros se os ha dado la verdad”, les explicó. “Para los demás hablo en parábolas”
El maestro judío les transmitió su verdadero conocimiento (que no era nuevo) a ese grupo de seguidores. Tras su partida este pequeño grupo de seguidores empezaron a transmitir esas enseñanzas pero rápidamente fueron declarados heréticos por la Iglesia que ya empezaba a surgir con muchísima fuerza. Todos los textos donde se recogían las enseñanzas gnósticas del Maestro fueron quemadas y muy pocos sobrevivieron.
El gnosticismo es muy profundo y amplio pero la idea más importante y que no debemos olvidar es la siguiente: “La solución de nuestros problemas del día a día no viene por la fe en el perdón sino mediante el conocimiento o gnosis de lo que lo origina”
El Maestro judío transmitió el principio de que los iniciados no se salvan gracias al sacrificio de algún Cristo (el mismo concepto de Cristo es revolucionario: todos somos Cristo cuando llegamos a un punto de evolución de consciencia) sino mediante su propio conocimiento interior de lo divino. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo.
Prisión sin Rejas sigue esa línea de conocimiento, que es la misma línea de conocimiento del linaje de los Ananda. El verdadero gnosticismo primitivo heterodoxo nunca estuvo muerto, solo estaba esperando la llegada del tiempo correcto, de la primavera espiritual del conocimiento, para volver a manifestarse. Y ese momento ha llegado.